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Didier Decoin – La Oficina de Estanques y Jardines

Hoy recomendamos La Oficina de Estanques y Jardines, novela que nos transporta al Japón del siglo XI. Es lo que conocemos como época Heian, uno de los momentos más fascinantes de la Historia japonesa. Hay numerosos libros que describen la refinada vida en corte del Emperador en aquella época: La Historia de Genji o El libro de la almohada, por ejemplo, son los más famosos. Por formar parte de la Corte sus autoras, generalmente ayudantes de alguna dama importante, no contaban en sus textos qué ocurría más allá del Palacio, en las zonas pobres que de hecho suponían el 99% de la población japonesa.

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Didier Decoin empieza su novela en un pequeño pueblo cerca de un río, donde hay poco tiempo para contemplar las flores porque a diario hay que arar, sembrar, recolectar, pescar… Desde allí, la campesina Miyuki se dirige a la capital imperial para entregar las carpas que abastecerán los estanques del Emperador. Esos peces son el último recuerdo de su marido, un pescador que acaba de fallecer, y llevarlos hasta Heian será una tarea titánica. El viaje de la protagonista, lleno de peligros, sirve como alegoría del proceso de pérdida y duelo.

«Los dioses habían creado la nada para convencer a los hombres de que la llenasen. No era la presencia que regulaba el mundo la que lo colmaba: eran el vacío, la ausencia, lo despoblado, la desaparición. Todo era nada. El malentendido procedía de que, desde el principio, creíamos que vivir era tener dominio sobre algo; ahora bien, no sucedía nada de eso, el universo era tan incorpóreo, sutil e impalpable como la estela de una doncella de entre dos neblinas en el sueño de un emperador. Un mundo flotante.»

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La prosa de Didier Decoin, que mezcla hábilmente sensualidad, Historia y poesía, nos ha recordado a la del mejor Tanizaki. Este autor francés, ganador del prestigioso premio Goncourt, ha invertido doce años en escribir esta novela. Se nota en cada página el trabajo de documentación y depuración del estilo para ofrecer una obra con verdadero sabor japonés. Didier construye imágenes hermosas que evocan ukiyo-e, frases bellas que casi suenan a haiku en prosa y también incluye escenas de alto contenido sexual que no deberían sorprendernos en una cultura como la japonesa, famosa por sus shunga (grabados eróticos). En definitiva, un trabajo impecable y digno de elogio.

La Oficina de Estanques y Jardines te gustará si… quieres regresar al mundo de La Historia de Genji.

En Haiku encontrarás muchos libros escritos y ambientados en la era Heian.

Acerca de Alex Pler

Librero de día, escritor de noche. Autor de 'Hanakotoba, el lenguaje de las flores', un pequeño diccionario japonés que reúne 113 palabras sin traducción directa al castellano pero que describen emociones y sucesos que todos hemos vivido. Mi web personal: www.alexpler.com.
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Una respuesta a Didier Decoin – La Oficina de Estanques y Jardines

  1. Ramon dijo:

    He de confesar que me ilusioné mucho con este libro, parecía hecho a medida de mis gustos personales. El autor manifiesta su admiración por el nobel Yasunari Kawabata (mi autor favorito, no sólo entre los japoneses), también por Patrick Süskind (disfruté mucho con “El Perfume”) y la temática (el abastecimiento de carpas decorativas para los jardines imperiales) y el momento cronológico (Japón s. XI, período Heian) me suponían un encuadre histórico – costumbrista altamente estimulante. Además Decoin cuenta que ha estado 12 años para escribirlo. Pensaba pues que hallaría una obra preciosa, densa, compleja, erudita incluso.
    Me ha decepcionado. Decoin escribe bien, no en vano recibió un Goncourt, pero eso ahonda mi decepción. Me parece un libro – Frankenstein, un engendro bien conseguido para presentarlo con pretensiones de bestseller, pero se queda en algo cortito, artificial. La imitación de la lírica de Kawabata es descarada, casi patética, a años luz de la sublime pluma del nobel japonés. Su encuadre, siendo correcto, se consigue con un par de meses de documentación partiendo de cero, simplón y buscando el efecto fácil. Las similitudes con la obra de Süskind, en la segunda parte del libro, me hacen casi pensar en plagio.
    Para acabarlo de rematar, en mi opinión, el hilo narrativo no es sólido, y el final –de nuevo- un intento burdo de imitar los desenlaces de la alta literatura japonesa. En fin, quizá a personas no iniciadas en los maestros nipones el libro puede cumplir un rol iniciático, pero ahí acabaría mi recomendación.
    No me extraña que a pesar de la intensa promoción que el autor está haciendo del libro y que ya se esté traduciendo a 14 idiomas, todavía no haya ninguna editorial interesada en publicarlo en japonés.