Los haikus son un tipo de poesía japonesa muy breve, muy ligados a la naturaleza y al paso de las estaciones del año. Siguen siendo muy populares en Japón desde que Matsuo Bashô, un poeta vagabundo del siglo XVII, sentara las bases de lo que hoy conocemos como haiku, inspirándose en la poesía renga de la corte pero a la vez rompiendo con muchas de sus convenciones. Su poema más famoso seguramente sea:
Viejo estanque…
Se zambulle una rana
Sonido de agua
¿Cómo sabemos que estamos ante un buen haiku? ¿Y cómo podemos escribir nuestro propio haiku dándole sabor japonés? En esta breve guía os damos algunas pautas para seguir los pasos de Bashô. Os invitamos a leerla y os animamos a escribir vuestros haikus, así como a participar en nuestro V concurso de haikus.
La métrica del haiku
Idealmente, los haikus constan de tres versos de diecisiete sílabas: el primer verso tiene 5 sílabas, el segundo 7 sílabas y el tercero 5 sílabas. Es decir: 5-7-5. En las traducciones no siempre es posible mantener la métrica debido a las diferencias entre el japonés y el resto de idiomas, pero cuando escribamos un haiku sí debemos tener en cuenta esta métrica. Es cierto que los maestros japoneses no siempre respetan el número de sílabas o su distribución, pero no es lo habitual. Con la práctica, los haikus que escribamos se ajustarán de manera casi natural a la estructura 5-7-5.
Las cuatro estaciones en el haiku
Los haikus de Bashô eran observaciones de la naturaleza que iba encontrando a lo largo de sus viajes, prestando atención a los detalles y los cambios de las cuatro estaciones del año. Por eso la mayoría de haikus hablan de elementos de la naturaleza: animales, plantas, ríos, paisajes… tal como los presencia el poeta en ese momento. Un campo no luce igual con las flores de primavera, las hierbas verdes de verano, las cosechas doradas de otoño o el páramo nevado de invierno. Hay palabras que evocan una estación concreta; los poetas japoneses las llaman kigo. Por ejemplo, si decimos castaña, salvo sorpresa todos pensamos en otoño, a medio camino entre octubre y noviembre. Un kigo bien elegido, además de ahorrarnos sílabas, dará mayor poder de evocación al poema.
El momento irrepetible en el haiku
El poeta de haikus se fija con asombro en detalles que no volverá a presenciar. Ese asombro se llama mono no aware, la tristeza ante la fugacidad de las cosas, una melancolía que impregna toda la sensibilidad japonesa. Somos afortunados por haber visto algo que no se repetirá, al menos no ante nuestros ojos, pero podemos inmortalizarlo en un haiku. Por eso a veces se dice que el haiku recuerda a la fotografía, arte que también captura instantes. Pero debemos elegir bien las palabras para que el lector del haiku pueda imaginarse la escena tal como la vimos y que comparta nuestro asombro. Para ello, es imprescindible que el poeta realmente haya visto aquello que describe.
El humano en el mundo de los haikus
Por lo general, los seres humanos no deberían aparecer en los haikus. Cuando lo hacen, siempre será como un elemento más de la escena, integrándose con la Naturaleza que los rodea y nunca como protagonistas. Los sentimientos humanos tampoco deberían aparecer textualmente en los haikus: amor, odio, añoranza… todo eso forma parte de otras piezas poéticas como los senryus (misma métrica que un haiku pero hablando de la vida humana). En un haiku, la melancolía debe evocársela al lector la escena que describamos, de una manera visual: «Tarde de lluvia» dibuja mejor la escena que decir «Melancolía».
La simplicidad en los haikus
En los haikus, hay que describir lo que hemos visto con las palabras más sencillas. Debemos lograr que el lector vea y entienda lo que escribimos: si usamos una palabra extraña, deberá detenerse un momento para analizarlo y ahí se perderá la magia. Es posible que, intentando ajustarnos a la métrica o en un intento de capturar todos los detalles de la escena, acabemos buscando palabras rocambolescas o expresiones poco naturales. Cuando eso ocurra, debemos recordar la esencia de aquello que vimos y buscar la manera más sencilla de describirlo. El «viejo estanque» de Bashô ya nos evoca la quietud y el silencio, las piedras cubiertas de moho, la turbiedad del agua, los juncos descuidados… Eligiendo bien las palabras y ordenándolas de manera fluida, lograremos recrear aquella escena que vimos en solo diecisiete sílabas.
Escribir y escribir después de leer y leer…
Pero lo más importante para escribir haikus es escribir muchos: de cada 100 que escribamos, puede que nos salgan bien 1 o 2. Y antes de ponernos a escribir, hay que leer a los maestros: Matsuo Bashô, Yosa Buson, Masaoka Shiki, Kobayashi Issa, Taneda Santôka… Empapándonos de sus poemas, ahondaremos en la esencia de los haikus. Podéis consultar todos los libros de haikus que tenemos en nuestra librería. Recomendamos especialmente la obra Haiku-dô (ed. Kairós), donde el traductor Vicente Haya comenta decenas de poemas de los maestros japoneses para así acercarnos a la sensibilidad única de esta forma de poesía, y el volumen Haiku, tsumami-gokoro (ed. Shinden) con una selección de 150 haikus magistrales.
Recuerda que ya hemos publicado las bases de nuestro V concurso de haikus. ¡Os animamos a participar! Podéis presentar vuestras obras hasta el 29 de septiembre de 2019.