Como cualquier adolescente que se adentraba en los relatos de Edgar Allan Poe, Hirai Tarô quedó prendado de aquellas atmósferas inquietantes y desenlaces sorprendentes. Pero él llegó al punto de tomar a aquel autor como modelo y adoptar su nombre a modo de pseudónimo. Edogawa Rampo se asemeja mucho a la lectura japonesa de Edgar Allan Poe.
Leer a Rampo produce una sensación extraña. No solo por sus pasajes deliciosamente perversos, sino por esa mezcla chocante de Oriente y Occidente. Si bien recuerda a los escritores góticos, la ambientación es muy japonesa, así como el comportamiento de los personajes o las imaginativas situaciones a las que harán frente. Esa tensión entre lo familiar y lo extraño es lo que atrapa de El extraño caso de la Isla Panorama.
Las escenas de horror puro se alternan con otras de perturbadora belleza. Rampo es un maestro construyendo imágenes que golpean al lector y se quedan en su mente por más que haya cerrado el libro. Quizás era el efecto que buscaba Hirosuke, su protagonista, cuando se propuso construir la isla que le da título: llenarla de paisajes insólitos que nos perseguirían mucho después de la visita. Un catálogo de perversiones y fantasías descritas con arte y abocadas a un desenlace no por previsible menos impactante.
De esta novela conocíamos ya la adaptación manga de Suehiro Maruo (dibujante también de la preciosa portada de Satori). Y de Edogawa Rampo hemos podido disfrutar en castellano otros libros de terror e incluso policíacos: Relatos de misterio e imaginación, Los crímenes del jorobado…; en todos ellos, la huella de Edgar Allan Poe es patente.
El extraño caso de la Isla Panorama te gustará si… echas de menos las noches leyendo con linterna bajo la manta.
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