Este libro reúne muchos de los primeros escritos de Yasunari Kawabata. Podría pensarse que en aquella época el debutante escritor no había alcanzado todavía las dosis de nostalgia de sus obras maestras. Pero nada más lejos: los textos de La bailarina de Izu son tan bellos como melancólicos. Por su hondura, cuesta creer que los escribiera un chico de veinte años.
Ya sea rememorando un amor perdido o describiendo el ritual de extracción de ceniza en un funeral budista, el joven Kawabata logra impactar al lector con imágenes y frases certeras. Planea en todo momento la sombra de la dura vida que experimentó desde pequeño, perdiendo a todos su familiares a lo largo de la infancia (padres, abuelos, hermana). La muerte, como en toda su obra, está presente en cada página, pero también el humor y las ganas de vivir incluso en medio de la tristeza.
Los textos autobiográficos de la primera mitad se complementan, a modo de espejo, con varios relatos breves inéditos: Historias de la palma de la mano, así llamadas porque las escribía en papeles que cabían en la mano. Expresionistas e imaginativos, estos cuentos se asemejan mucho a una válvula de escape. Leídos ahora, desconciertan y maravillan a partes iguales.
En conjunto, los textos de La bailarina de Izu son un adelanto de la maestría que demostraría décadas después con las novelas que le valieron el Premio Nobel de Literatura en 1968. La semilla del mejor Kawabata ya está aquí, en ese adolescente que atraviesa un paso de montaña en busca de una enigmática muchacha.
La bailarina de Izu te gustará si… crees en la literatura como exorcismo.
En Haiku encontrarás todas las obras de Kawabata. Este mes leeremos su novela Mil grullas en nuestro club de lectura.
