Aunque los primeros grandes textos de la literatura japonesa (La historia de Genji, El libro de la almohada…) los escribieron mujeres en el siglo X, sus sucesoras quedaron relegadas al olvido. Esto cambió a finales del siglo XIX con la apertura de Japón a Occidente, los cambios de costumbres y la tímida libertad que empezaron a disfrutar las mujeres de aquella época. Llegaron entonces nuevas voces, entre ellas algunas femeninas, considerándose Ichiyô Higuchi la primera escritora japonesa moderna.
Cerezos en la oscuridad reúne seis de sus mejores relatos, seleccionados de entre los cerca de veinte que escribió antes de morir a los 24 años, víctima de la tuberculosis. Todos ellos describen las duras condiciones de vida en los barrios más pobres de Japón. Es una realidad que ella conoció bien: hija de un comerciante de Tokio, Ichiyô Higuchi tuvo que sacar adelante a su madre y su hermana tras morir el padre. Esto truncó sus estudios de poesía y literatura en una prestigiosa academia privada. Trabajó como maestra y abrió una tienda de caramelos a las puertas del barrio rojo Yoshiwara, donde sin duda conoció de primera mano a personas que le inspiraron sus relatos.
Un tema de plena actualidad en aquella época era el de los derechos de las mujeres. Japón intentaba renovarse ante el resto del mundo, pero las costumbres llevaban años arraigadas. A Higuchi le interesaba denunciar las dificultades que sufrían las mujeres, sometidas a sus maridos, sin voz ni voto, poco menos que esclavas. En los primeros relatos de la colección, el discurso es prioritario, con personajes esquemáticos y poco desarrollados, como por ejemplo en el escalofriante Noche de plenilunio, donde una hija que intenta escapar del marido que la maltrata, es convencida por su padre para volver con él. En otros relatos, relata el ambiente de los prostíbulos y comparte amores condenados al fracaso, siempre con evocadores finales abiertos.
Fotografía: Entrada a Yoshiwara a finales del siglo XIX.
Higuchi vendía caramelos cerca de este lugar.
Pero lo fascinante del volumen es comprobar cómo poco a poco, la autora iba encontrando su propia voz. Así, el relato que cierra el libro, Dejando atrás la infancia, es el que destaca por sus méritos literarios. Aquí ya no exhibe las inseguridades del principio, o los experimentos con los diálogos, ni deja que el discurso sea lo más importante. Ichiyô Higuchi encuentra por fin el equilibrio entre todos los ingredientes para contarnos una bella historia de la amistad entre dos chicos y una chica que deben aceptar el destino al que están abocados por su posición social.
Este cuento, casi una novela corta, empieza sumergiéndonos en el barrio de Yoshiwara, las descripciones son vívidas y bellas, casi puedes oler la comida saliendo de las pequeñas casas y ver cómo las ruedas de los rickshaws salpican los bajos de los kimonos. Esta historia abunda en escenas casi cinematográficas, inolvidables, como una reparación de unos zapatos bajo la lluvia usando un trozo de obi.
Como prueba de que la literatura de Ichiyô Higuchi sigue siendo muy apreciada en Japón, ella es la única mujer que aparece en un billete japonés, concretamente en el de 5.000 yenes. En castellano habíamos recibido otras colecciones de relatos, como Aguas turbulentas (ediciones Erasmus) o en catalán A veure qui és més alt (editorial Lapislàtzuli, que precisamente incluye el relato Dejando atrás la infancia), pero la traducción de Satori, a cargo de Hiroko Hamada y Virginia Meza, consideramos que es la que mejor recoge la cadencia poética de la autora. En definitiva, una edición cuidada como acostumbra esta editorial, redondeada por un magnífico prólogo de Carlos Rubio que nos pone en situación del contexto histórico y biográfico.
Cerezos en la oscuridad te gustará si… quieres conocer cómo era la vida en los barrios más pobres del antiguo Tokio, narrada con dureza pero también belleza.
En la librería Haiku encontrarás este y otros libros de Ichiyô Higuchi.